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En el mundo de los intelectuales orgánicos ellos siempre tienen la razón, nunca se equivocan y todos anhelan escuchar sus palabras.
En el mundo de los intelectuales orgánicos lo que ellos dicen es casi palabra de Dios aunque no tenga proyección con una realidad concreta, dura, sino con sus elucubraciones de lo que ellos consideran como verdad.
El pasado 17 de septiembre un grupo de 650 presuntos intelectuales firmaron una carta que constaba de pocos párrafos para exigir al Presidente Andrés Manuel López Obrador que deje de agredirlos a diario porque eso pone en peligro la libertad de expresión e incluso la democracia.
"Nada más falso y absurdo, un vulgar chantaje".
Por su parte el Primer Mandatario argumentó que no existe tal censura, que no hay atentados a la libertad de expresión y tan es así que la carta que escribieron círculo libremente por diversos medios impresos de comunicación y redes sociales.
Cuando uno analiza el contexto se puede dar cuenta de que el Presidente la República no ha mandado callar periodistas, no ha exigido el cierre de medios de comunicación, tampoco ha dictado línea de ningún tipo y mucho menos a pagado para que hablen bien de él como se hiciera en los gobiernos de antaño.
"La prueba de esto está en qué un día le pegan y el otro también".
Para estos intelectuales orgánicos ya no hay un lugar privilegiado en la mesa de Palacio Nacional, tampoco hay carretadas de dinero en sus carteras provenientes del gobierno y mucho menos están incluidos como destinatarios de los contratos de publicidad oficial con la preferencia que les daban; ahora deben competir, incluso, entre ellos mismos.
Pero lo que más les duele, estimado lector, es que no sean tomados en cuenta de forma estelar, les purga que el ciudadano de a pie les contesté y cuestione y irrita enormemente que el gobierno no los mantenga como lo hacía antes; desde su punto de vista nosotros, simples mexicanos, somos ignorantes focas aplaudidoras y hasta pendejos; desde su punto de vista ellos valen cada peso que el gobierno gastaba en ellos.
Lo anterior no está nada alejado de la realidad.
Recordemos. por ejemplo, cómo Jorge Castañeda se se refirió a Putla, municipio del Estado de Oaxaca, como un pueblo arrabalero y horrible; cómo Denise Dresser dijo que la estrategia económica de AMLO es como de país bananero; y cómo personajes como Héctor Aguilar Camín, Pedro Ferriz de Con, e incluso el miserable de Gilberto Lozano insultan artera y abiertamente al Presidente la República escudándose en la libertad de expresión.
No se usted, estimado lector, pero su servidor ya está hasta la madre de que estos personajes estén provocando odio porque son ellos los que lo generan y no el Presidente y la prueba es la cantidad de artículos que la gente publica en redes sociales provenientes de los medios de comunicación donde trabajan los intelectuales orgánicos.
El Universal, Excélsior, El Financiero, El Economista, el Reforma y otros más son las plataformas que se utilizan para publicar ataques, engaños, mentiras, descalificaciones y todo aquello que pueda salir de la retorcida cabeza de un intelectual orgánico.
No es el Presidente de la República, es la miserable posición de mujeres y hombres que siguen creyendo ser merecedores de un lugar privilegiado en la mesa de Palacio Nacional, en sus medios de comunicación y en la sociedad misma y esta es la razón por la que el ciudadano de pie no sólo no los escucha, sino que además se burla de ellos porque lo único que provocan es risa.
Así las cosas.
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