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El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) es un acuerdo comercial que firmaron México, Estados Unidos y Canadá en 1992 y ha estado implementado desde 1994 con medianas modificaciones siempre en consenso con los tres países, pero desde la llegada de Donald Trump a la Presidencia de los Estados Unidos en enero de 2017 las cosas comenzaron a cambiar.
A The Donald se le metió en la cabeza la idea de que México ha sacado más beneficio del Tratado y que su país estaba perdiendo mucho, empezando por la "facilidad" que tienen los mexicanos de trabajar en las empresas y negocios estadounidenses.
Por tal motivo uno de sus emblemas en la campaña Presidencial fue el cancelar el TLCAN; sin embargo, al ver la realidad de las cosas, se retractó de sus dichos y propuso que o se renegociaba o le decían adiós al acuerdo comercial.
La respuesta del Presidente Peña Nieto
Mientras tanto en México la actual administración aguantó los insultos de Trump, uno tras otro, y cuando pensamos que las cosa no podían ser peores, el entonces Secretario de Hacienda y hoy de Relaciones Exteriores Luis Videgaray, aconsejó al Presidente Enrique Peña Nieto diciéndole que sería buena idea invitar a los candidatos presidenciales de Estados Unidos a venir a nuestro país. El final ya lo conocemos, Hillary Clinton no aceptó la invitación, mientras que Trump sí lo hizo e incluso recibió trato de casi un Jefe de Estado, lo que impulsó su campaña y ganó los comicios presidenciales.
Hay que resaltar que EPN, pese a que sí emitió una respuesta a los dichos de Trump, lo hizo demasiado tarde y de una forma muy tibia, sobre todo en el tema de la construcción del muro fronterizo que, según el actual mandatario de los Estados Unidos, pagaría México.
Cuando Trump dijo que cancelaría el TLCAN, Peña Nieto de inmediato envió a Luis Videgaray a persuadir al mandatario de que no lo hiciera ¿pero por qué no envió a Claudia Ruiz Massieu, etonces Secretaria de Relaciones Exteriores? por la simple y sencilla razón de que se quiso aprovechar una supuesta amistad entre Videgaray y Jared Kushner, esposo de Ivanka Trump y, por tanto, yerno del Presidente.
Dicha amistad, al final, no resultó ser más que un compañerismo entre juniors que, trapados sobre un ladrillo, se marearon al probar las mieles del poder, puesto que nada bueno salió, tanto, que Ildefonso Guajardo, Secretario de Economía tuvo que entrar al quite antes de lo previsto. Con esto, Peña Nieto dobló las manos.
Las negociaciones
A ciencia cierta poco se sabe al respecto y no fue sino hasta la incorporación de Jesús Seade, representante del gobierno de transición de Andrés Manuel López Obrador, que la información comenzó a fluir con más claridad.
El primer foco rojo fue el del tema energético, del que ya se sabe que tanto Videgaray como Guajardo decidieron incluirlo dentro del Tratado; Seade se opuso y al verse abandonado por el los negociadores peñistas terminó haciendo lo propio sobre el tema sólo con su homólogo estadounidense Robert Lighthizer quien, al final, resultó ser viejo conocido del representante de AMLO.
Aunque hubieron tensiones, al final las cosas salieron bien y gracias a este "destrabe" que corrió por cuenta de Seade, Videgaray y Guajardo pudieron concretar las negociaciones.
Ante las caras de Trump en medios de comunicación se infiere que el Tratado no quedó como el hubiera querido, pero es mejor eso que nada e impactar negativamente a la economía de su país que tanto depende de dicho acuerdo comercial. Hasta aquí las cosas se ven medianamente bien.
Canadá con un pie fuera del TLCAN
Algo llamó la atención desde el principio, pues Canadá no estuvo presente en las negociaciones y para nadie es un secreto que el presidente de los Estados Unidos no es del agrado del Primer Ministro canadiense Justin Trudeau.
Pese a que México tuvo acercamientos con ambos países e incluso la canciller canadiense Chrystia Freeland se reunió con el Presidente Electo, nunca hubieron trabajos trilatrerales, sino solo entre nuestro país y los Estados Unidos.
Aunado a lo anterior, la negociación está en su punto más álgido, puesto que Donald Trump manifestó a su Congreso su deseo de firmar el tratado comercial negociado con México y con Canadá, si desea incorporarse; dicho de otra forma, bajo la lógica de Trump, Canadá debe unirse al nuevo TLCAN como está o simplemente no estar.
Por su parte la Canciller Freeland afirma que los diálogos siguen entre Canadá y Estados Unidos, pero que el Tratado debe ser concensuado y ambos países deben ceder algo uno al otro y, por lo que parece, Trump no está muy dispuesto a ceder, lo que no es raro, pues todos hemos sido testigos de la serie de imposiciones que ha puesto a México, por ejemplo en materia migratoria.
El futuro del TLCAN
Por ahora y, pese a que Videgaray y, Guajardo y el mismo Presidente Peña Nieto afirmen con bombo y platillo que las negociaciones fueron un éxito, lo cierto es que si Canadá decide no entrar, las cosas podrían tomar un rumbo muy distinto del que hasta ahora se ha tenido y viene la pregunta obligada... Si el Tratado es trilateral desde su origen y se habían llevado medianamente bien las relaciones entre los tres países ¿por qué no manifiesta públicamente su deseo de que Canadá se incorpore y, mejor aún, por qué no negocian los tres países sentados en la misma mesa?
La respuesta es obvia, porque Estados Unidos y Canadá traen fricciones y Peña Nieto no está dispuesto a jugar la única medalla de bronce que hasta el momento ha ganado en todo su sexenio y a propósito de esto... Canadá tiene fama de ser una economía estable y sólida ¿qué habrá pasado entre ellos y nuestro vecino del norte que no solo no han llegado aun acuerdo, sino que incluso se habla de ambientes de poca flexibilidad? lo que lleva a otra pregunta... entonces ¿Videgaray y Guajardo realmente habrán negociado o solo se pusieron de tapete ante Donald Trump para no variar?
Afortunadamente queda un último filtro, pues el TLCAN debe ser revisado y ratificado por el Senado de la República para que sea firmado y, recordemos, que la actual legislatura ya cuenta con mayoría morenista y, por consecuencia, con el sello obradorista para comenzar a llevar a este país a un sitio mejor del que actualmente se encuentra y esta, estimado lector, será una de las primeras pruebas de fuego para el gobierno entrante.
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